El despojamiento que significa ser expulsado de la casa materna no consigue, no obstante, destruir los fundamentos más esenciales de la existencia, lo cual quiere decir que ninguna clase de violencia hace desaparecer las más acendradas posesiones que habitan en un ser imbuido del más refinado conocimiento sensitivo del mundo. Darwix protege esa fortaleza con orgullosa elevación y sus poemas rescatan un fundamental acto celebrativo que significa dotar de esencialidad perdurable a los escenarios usurpados pero no por ello abandonados a los usurpadores. El lirismo que nutre estos poemas tiene una raíz esencialmente nostálgica porque alude siempre a una rememoración dolorida y ansiosa pero, a la vez, tiene la perentoriedad de lo verdaderamente conocido y poseído, y por ello mismo indestructible. El presente se abre en ellos al mismo tiempo que un pasado lejano, y ambos se alían para elevar el olor del pan de la infancia a una categoría de metafísica esencialidad y superviviente temporalidad.
El País, 1/03/08
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12/6/08
El olor del pan. Reseña de “Poesía escogida (1966-2005)”, por Ángel Rupérez
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