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13/8/08

La fecha de nacimiento

Mahmud Darwix nació el 13 de marzo de 1941. En los documentos oficiales, la fecha de su natalicio se retrasa un año, hasta 1942, debido a que éste fue el dato con que le registraron al escolarizarle en 1950, y así fue reproduciéndose posteriormente, tanto en documentos oficiales como en obras literarias. Parece que el error fue intencionado por parte de sus padres, que habrían buscado de este modo prolongar un año la escolarización del niño.

El contexto en que se produjo la Nakba aclara este malentendido. La noche del 11 de junio de 1948, la familia Darwix hubo de salir precipitadamente de su aldea, Birwa, cercada por las tropas israelíes. Se encaminaron a la cercana frontera del Líbano, donde permanecieron menos de dos años. Cuando regresaron a Birwa, situada en las colinas que otean el Mediterráneo de Acre, la aldea había sido arrasada y, literalmente, borrada de los mapas; con ella, es de suponer que desaparecieron los archivos y documentos que hubiera.

La familia de Darwix decidió permanecer en Palestina y se topó con un nuevo estatuto: el de “presentes-ausentes”, denominación que el nuevo Estado israelí dio a todos aquellos habitantes del país que, no estando presentes o no habiéndose personado en el momento de la realización del censo de 1949, se hallaban físicamente en el territorio, pero a los cuales no se les reconocía existencia jurídica y, por tanto, derechos. Se les consideró ‘infiltrados’, un número sin nombre, y como a tales se les perseguía. El niño Mahmud fue al colegio en Deir al-Ásad y en Kafr Yasif, dos pueblos a escasos kilómetros del suyo, en los que malvivió la familia. Allí sufrió esta realidad de existir sin existir, que le obligaba, a mitad de clase, a correr a esconderse en las grutas de los alrededores cuando el vigía alertaba de la llegada de los guardias israelíes. Darwix recordaba que está por escribir la historia de los ‘infiltrados’, entre ellos la de los gitanos y trovadores ambulantes que mantuvieron viva la cultura popular palestina durante la primera década de la Nakba.

10/8/08

El poeta troyano, por Luz Gómez García

Mahmud Darwix abrió su última lectura de poemas, el 1 de julio en Ramala, con un poema reciente que comienza: “Quién soy yo para deciros”. En él recorría su vida, una vida palestina, y se interrogaba acerca del sentido de su palabra, en el tiempo y en la vida de la actual Palestina demediada. La ironía latía en sus palabras, también la humildad y la lucidez de quien se sabe cercado por el final y ensalza la fuerza del comienzo: “Viva la vida”, era la conclusión del poema.

Darwix se ha calificado a sí mismo en varias ocasiones como un poeta troyano, esto es, como el poeta que Troya tuvo pero del que nada quedó en la historia, el cantor de una tragedia que sería borrada. Su gente le eligió para este papel, y él se sintió honrado por ello y siempre quiso cumplir. Pero tuvo claro también que las necesidades poéticas eran superiores a la coyuntura política, que la poesía busca lo universal y que sólo así cumple con el lector. Adorado en todo el mundo árabe, que siempre esperaba de él la poesía que ya conocía, Darwix se empeñaba en un cambio continuo de carácter cualitativo que tenía a la musicalidad y la estructura del poema como condiciones primeras.

Quizá el sentido último de su obra sea la recreación o creación del espacio vital, de la historia material y cultural palestinas, en oposición a los constructos israelíes basados en una historia legendaria, lo cual va precisamente ligado a la celebración de la vida y a la obligación moral de resistir para dignificarla.

Aquel día en Ramala charlamos del futuro, de sus nuevos libros en España, de su admirado al-Mutanabbi, el gran clásico árabe, al que tanto se ha parecido su vida, por carisma y amplitud poética, del vino, como siempre, y de sus tristes días en la escuela de Kafr Yasif, en su Galilea natal, tras la Nakba (el Desastre palestino de 1948).

Me dijo que se iba a Houston, y le deseé suerte.

El País, 10/8/08