Los cuerpos de la mujer y el hombre crujían en la cama. No habían hablado de la ocupación militar ni del destino, y, básicamente, ni se habían preocupado por delimitar cuál de los dos atinaba más, ni cuál había analizado la situación con más detenimiento.
Los dos yacían como si hubieran dejado de ser ellos, y eso que en ningún momento la tristeza les había abandonado.
El hombre deseaba cierta tregua, y la mujer no tenía armas concretas.
Detenerse equivaldría a que la vejez irrumpiera en el espacio y en el tiempo.
A lo largo de los años no habían pensado en las consecuencias, pero las vacunas que se habían ido poniendo tenían fecha de caducidad.
El amor, la separación, los muchos amantes, revoloteaban sobre sus cabezas.
Bien, ¿y qué, si el mundo ignoraba sus sufrimientos?
Pero el zumbido de los aviones sembraba de explosiones el lugar.
Ahí estaban todos, buscando nuevas excusas con los exterminadores cada vez más cerca.
¿Podrían continuar amándose?
Cuando pasó el primer avión, la mujer dijo:
—Trece muertos.
Cuando pasó el segundo avión, el hombre dijo:
—Ya son más de sesenta.
Avergonzados de dedicarse a contar el número de muertos, tras el tercer avión ella sentenció:
—Hay que reconocer que el aire se ha vuelto irrespirable.
Tener remordimientos no garantiza la victoria, y menos si el porcentaje de suicidios entre los líderes es cero.
La mujer, levantándose de la cama, le rogó:
—Lavémonos.
—Te acompañaré al río.
Y cuando llegaron al río, su curso había cambiado, y se lavaron con sus propias lágrimas.
Beirut, 1972
Traducción de Luz Gómez García
En VVAA: Iraquíes, traducción de VVAA, Málaga, Miguel Gómez Ediciones, 2003, pp. 129-130.
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2 comentarios:
Acabo de descubrir tu blog. ¿Qué bueno! Gracias. Además, tirando del blog he llegado a una entrevista en el que constatas los errores (por ignorancia o malitencioandos) en la transcripciones, traducciones y adaptaciones de tèrminos árabes, en especial lo relacionados con el islam. Trabajo como correctora y estudio árabe, así que te puedes imaginar que es una tortura explicarle a un editor que dejar kh y dj en un libro en español son ganas de marear a un lector.
Gracias de nuevo por tu blog
Gracias, Albórbola,
el problema al que te refieres es agudo. Y a veces pienso que insoluble. La gente considera que si una forma viene del inglés con kh es intocable. El inglés es intocable. Lo extranjero es intocable. ¿Pensar las cosas desde las posibilidades fonéticas propias?
En el Diccionario de islam e islamismo (Espasa) que motivó esa entrevista, he intentado ofrecer una sistematización de la transcripción de la fonética árabe para uso no especializado, es decir, para uso de todos. Pero es un empeño casi vano, pues todo cambio a mejor en este terreno es lentísimo. ¿Cuántos años harán falta para que se escriba “charía” en lugar de “sharia”, suponiendo que tal cosa llegue a suceder?
Un saludo
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