En el texto que sigue, una carta de junio de 1986 dirigida a Samih al-Qásim, Mahmud Darwix narra la noche de junio de 1948 en que él y su familia hubieron de abandonar Birwa, su aldea natal, invadida y destruida por las tropas israelíes, y reemplazada al cabo por un kibutz. A Darwix y al-Qásim se asoció la aparición, a finales de los años sesenta, de la llamada poesía de resistencia palestina. Mientras que al-Qásim permaneció en Israel, Darwix se exilió en 1970.
Los meses no se decían con nombres que siempre recuerdan cuándo se quebró la albahaca de la infancia. Aunque sí sé que aquella noche no era tan fría como las de estos días. Tampoco existían por entonces canciones a la luna en hebreo. Y de lo que me acuerdo bien es del corral, con la morera en medio que distinguía la casa de las otras y la convertía en la casa de mi abuelo. Dejamos todo como estaba: el caballo, las ovejas, los terneros, y las puertas abiertas, con la cena caliente, la llamada a la oración y la única radio que había, acaso encendida para que fuera informando de nuestras victorias. Bajamos hasta el estrecho cauce que enfilaba hacia el sureste y acababa en un aljibe. Relucía al salir el sol por la parte del llano que nos conduciría hasta Chaab, el pueblo en el que vivían unos parientes de mi madre y para entonces también su familia, que había ido allí desde Damún, que ya había sido ocupada... Y allí, al cabo de unos días, los campesinos de las aldeas vecinas, que habían vendido el oro de sus mujeres para comprar fusiles de fabricación francesa, hicieron un llamamiento para liberar Birwa.
La liberaron al caer la noche. Se bebieron el té caliente de los ocupantes. Pasaron la primera noche de la victoria. Y al día siguiente la entregaron, sin acuse de recibo, al Ejército de Salvación,* para que los judíos volvieran a ocuparla y destruyeran hasta la última piedra... Mientras, a las puertas de la patria, nosotros aguardábamos el regreso.
Conoces todo lo que pasó, Samih, que la guerra fue breve y la excursión de los que se habían marchado se prolongó. Y sabes cómo “nos infiltramos” desde el Líbano cuando mi abuelo se dio cuenta de que el viaje se alargaría y que él debía apegarse a la tierra antes de que ésta echara a volar. Cuando llegamos, sólo encontramos ruinas. Habíamos perdido el derecho de residencia y perdido el derecho a la tierra. Al cabo, cuando consumé el rito de mi primera peregrinación a Birwa, mi pueblo, sólo hallé de él el algarrobo y la iglesia derruida, más un vaquero que no hablaba bien ni árabe ni hebreo: ¿Quién es usted? Respondió: Soy del kibutz Yasur. Le dije: ¿Dónde está el kibutz Yasur? Dijo: Aquí. Le dije: Aquí está Birwa. Dijo: ¿Dónde? Dije: Aquí, debajo de nosotros, a nuestro alrededor, sobre nosotros, aquí, en todas partes. Dijo: Pero yo no veo nada, ni siquiera piedras. Dije: Esta iglesia... ¿no la ve? Dijo: No es una iglesia. Es una cuadra para las vacas. Y eso de ahí son unas ruinas romanas. Le dije: ¿De dónde es usted? Dijo: Del Yemen. Dije: ¿Y qué hace aquí? Dijo: He vuelto a mi país. Luego me preguntó: ¿Y tú de dónde eres? Dije: De aquí... He vuelto a mi país.
* Milicia árabe formada por voluntarios palestinos, egipcios y sirios, más algunas unidades de la Legión Árabe jordana, cuya desunión y escasa aptitud contribuyó a la rápida caída de la mayoría del territorio palestino.
Mahmud Darwix y Samih al-Qásim: al-Rasail (Correspondencia), Beirut, Dar al-Auda, 1990.
Traducción de Luz Gómez García
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1 comentario:
Mientras indagaba sobre la "hijra" de los palestinos hacia el Líbano (1948) encontraba tu escrito... y es que Darwis siempre acaba mostrándome, incluso mejor que los historiadores, la auténtica (doliente) sensación de pérdida.
Siempre gracias Luz
Rosa
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