6/12/08

No espera a nadie

No espera a nadie,
ni siente que a la existencia le falte nada:
ante él, un río gris como su abrigo,
la luz del sol llenando de placidez su corazón,
y altos los árboles /

Ni siente que al lugar le falte nada:
la silla de madera, su café, el vaso de agua,
gente desconocida, las cosas propias
de un café,
hasta los periódicos: las noticias de la víspera, y un mundo
que flota sobre los cadáveres, como de costumbre /

Ni siente que necesite una esperanza que le acompañe:
que lo desconocido verdee en el desierto
o a cierto lobo le pierda una guitarra.
No espera nada, ni siquiera por sorpresa,
y nunca se repetiría... Conozco
el final desde el primer paso
―se dice―, no me he distanciado de un mundo,
ni aproximado a un mundo.

No espera a nadie... ni siente que a sus sensaciones
les falte nada: el otoño sigue siendo su fonda regia,
le seduce con una música que le devuelve la edad de oro de la Nahda...
y la poesía que rima con el firmamento y el horizonte.

No espera a nadie ante el río /

En la no espera empariento con el gorrión,
en la no espera soy un río ―dice―.
No soy duro conmigo mismo,
ni soy duro con nadie
porque me zafe de una pregunta embarazosa:
¿Qué quieres?
¿Qué quieres?

De Como la flor del almendro o allende (Ka-zahr al-lauz au abd, Beirut, Riad El-Rayyes, 2005)

Traducción de Luz Gómez García

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