30/3/10

Elias Khoury lee el poema de Mahmud Darwix “En Jerusalén”



El novelista libanés Elias Khoury (Beirut, 1948) lee el poema de Mahmud Darwix “En Jerusalén” en el programa “L’hora del lector", de Canal 33, dirigido y presentado por Emili Manzano. Vaya en recuerdo del Día de la Tierra Palestina, que hoy se celebra.

EN JERUSALÉN

En Jerusalén, esto es, intramuros,
camino de un tiempo a otro sin recuerdos
que me guíen. Allí los profetas se reparten
la historia de lo sagrado... Suben al cielo
y vuelven menos abatidos y menos tristes, pues el amor
y la paz son dos santos camino de la ciudad.
Bajo una cuesta murmurando: ¿Tanta
discrepancia por lo que dicen que dijo la luz en una piedra?
¿Por unas piedras de avara luz estallan las guerras?
Camino dormido. Entresueños, abro bien los ojos. Nadie
detrás. Nadie delante.
Toda la luz es mía. Sigo. Me hago más ligero. Echo a volar
y me transfiguro. Las palabras
brotan como las hierbas de la boca profética
de Isaías: «No se salvará quien no creyó».
Sigo andando como si no fuera yo. Mi herida es una rosa
blanca de los Evangelios. Mis manos, dos palomas
que sobrevuelan la cruz y cargan con la tierra.
No sigo, echo a volar, me transfiguro.
Ni tiempo ni espacio. ¿Quién soy?
Yo no soy yo ante la ascensión de Mahoma. Pero
pienso: Sólo él, el Profeta,
hablaba el árabe clásico. «Y ¿qué?»
¿Cómo que y qué? De pronto, una soldado me grita:
¿Otra vez tú? ¿No te había matado?
Sí... pero, como tú, me olvidé de morir.

Mahmud Darwix: Poesía escogida (1966-2005), Edición y traducción de Luz Gómez García, Valencia, Pre-Textos, 2008

23/3/10

Aquella palabra

Le gustó una palabra,
abrió el diccionario,

no la halló,

no logró darle un significado nebuloso...

Pero de noche le habitó

musical, con

un alma vaga.


Dijo: Necesita un poeta

y una metáfora con que verdee y enrojezca

en la superficie de las noches oscuras.


¿Y?

Halló el significado

y perdió la palabra.


Mahmud Darwix: La huella de la mariposa (Ázar al-faracha, Beirut, Riad El-Rayyes, 2008)


Traducción de Luz Gómez García

12/3/10

En el puente Allenby

No has dormido bien desde que llegaste a Ramala desde Ammán hace dos días, desde que, a pie quieto, aguardaste en el puente Allenby como un prisionero de honor entre soldados que te miraban con gran curiosidad mientras esperaban órdenes de otros cuerpos de seguridad que confirmaran que tú eras tú, no otro disfrazado de ti que se hubiera apropiado de tu nombre para probar esta humillación, para escribir un poema sobre las argucias de la sombra.

No están del todo equivocados, pues al que ven sobre este puente no es el de hace tan sólo unos instantes, alguien ansioso por su cita con la tierra de las grandes y las pequeñas historias, envuelto en sí mismo como una col o una cebolla sin pelar. Ahora el soldado o la soldado te pelan sin contemplaciones. Son dueños de ordenar o de prohibir: Descálzate. Quítate el reloj. Y el cinturón. Y las gafas. Entra en la máquina. La máquina suena, vuelves a repetir y vuelve a sonar. Te someten a un registro manual y dan con lo que hace que suene: una lujosa pluma. La desmontan y lo único que encuentran es tinta negra: La próxima vez, sácate la pluma del bolsillo. Dices: La próxima vez no traeré una pluma como ésta.

Allí, en el puente sin río desde que rapiñaron sus fuentes, se ensució el sueño, la imagen del país empalideció y tú ya no serías tú.

Mahmud Darwix: En presencia de la ausencia (Fi hadrat al-giyab, Beirut, Riad El-Rayyes, 2006)

Traducción de Luz Gómez García

6/3/10

Reseña de “Como la flor del almendro o allende”, por Andrés Navarro

En noviembre de 2009, Luz Gómez, Fermín Muguruza y Manuel Ramírez presentaron en Valencia Como la flor del almendro o allende, último libro editado en España de Mahmud Darwix (Birwa, Palestina, 1941-Houston, EEUU, 2008), y el documental Checkpoint Rock. La película, dirigida por el músico Fermín Muguruza, repasa la trayectoria de numerosos músicos palestinos, de todas las generaciones y tendencias, que han tomado los textos de Darwix como base para sus composiciones. Resulta conmovedor leer los poemas más conocidos del poeta en los subtítulos, mientras los músicos los interpretan a ritmo de jazz o de hip hop. La cinta arranca con el funeral del poeta, fallecido en julio de 2008: Palestina entera comparte duelo y las exequias adquieren carácter de estado. Los admiradores anónimos concurren por millares. Los homenajes póstumos se multiplican por todo el mundo árabe. Desde la concepción occidental de la literatura, resulta difícil entender semejante muestra de afecto a un poeta. Luz Gómez, en el prólogo a Poesía escogida, 1966-2005 (Pre-Textos, 2008) da alguna pista: en árabe "casa" y "verso" comparten la misma palabra, bait.

¿Quién —si me expreso en lo que no es
poesía— me entenderá? ¿Quién me hablará
de una oculta nostalgia por un tiempo perdido si
me expreso en lo que no es poesía? ¿Y quién —si
me expreso en lo que no es poesía— conocerá
la tierra del forastero?


A diferencia de lo que ocurre en Occidente (en España), donde la poesía sobrevive gracias a un núcleo de lectores más o menos fieles y a cierta noción de prestigio trasnochada pero capaz de construir un entramado de subvenciones, Darwix concibe la poesía como un género total. Total y directo. Siendo un autor capital en la cultura árabe del la segunda mitad del siglo XX, la poesía del palestino trasciende géneros y categorías culturales e incide directamente en el día a día. Y de ahí al mito (el código genético del imaginario colectivo) para bajar de nuevo a un mundo de jengibre y latón y noticias y ojeras.

—Mentiré como el adolescente: Esta leche en mis pantalones
es nata de un sueño
que ha venido a por mí... y lo ha conseguido.
Negaré que yo imite la larga siesta de un poeta
yahilí entre ojos de antílopes.


Esa concepción que dialoga simultáneamente con la lengua y con el hablante explica que sus poemas hayan calado tanto entre lectores de todos los estamentos culturales y sociales. Darwix encarna una virtud reservada a unos pocos elegidos: conoce el secreto que permite hablar a cada lector en su propia jerga.

En cuanto a la primavera, es lo que escriben los poetas ebrios
cuando atrapan al tiempo raudo
con el anzuelo de las palabras...
y regresan sanos y salvos a su sobriedad.


Los títulos de los sucesivos capítulos de
Como la flor del almendro o allende dan una buena síntesis de la poética del autor: tú, él, yo, ella, exilio, exilio, exilio, exilio. Exilio, sí, pero un exilio que tiende puentes entre identidad individual y colectiva amparándose no en la denuncia, ni en la autocompasión, ni siquiera en la lengua árabe, sino en la palabra misma:

Con las palabras he atajado
hacia el nombre... Los poetas no se alegran a menudo, aunque
se alegraran
nadie les creería...
He dicho: Aún estoy vivo porque veo que las palabras
me revolotean en la cabeza


Al aura mítica que siempre acompaña a la poesía de Mahmud Darwix, se añade la tan reciente como inesperada muerte del autor a los 67 años. Ese hecho confiere un doble fondo de sentido a la lectura, porque lo cierto es que en la obra del palestino las alusiones a la muerte son una constante. Se trata de una concepción despojada del dramatismo occidental, cotidiana, respetuosa y desmitificadora al mismo tiempo. Para Darwix, la muerte es a menudo una solapa de la identidad:
Mi especificidad / no me distingue, no tiene nombre, / es lo que en la muerte no es sueño, sólo eso. O bien se percibe en amable coexistencia con la vida: (En un otoño como éste, los que íbamos de boda / nos cruzamos con un funeral, y el vivo festejó / al muerto y el muerto al vivo). En algún momento puede leerse casi como una premonición: Hoy, en el exilio... sí, en casa, / a los sesenta de una vida veloz, te encienden velas. // Alégrate, tampoco mucho, / porque una muerte estúpida está atrapada en pleno atasco / de camino hacia ti... y te ha dado una prórroga.

De nuevo hay que agradecer a Luz Gómez, autora de la traducción, el cuidado puesto en las versiones castellanas. Prueba de ese cuidado es también el magnífico blog que dedica al poeta palestino: http://mahmuddarwix.blogspot.com. En él encontramos desde la aparición del disco
The Astounding Eyes of Rita del tunecino Anouar Brahem, hasta traducciones de Mahmud Darwix inéditas en libro.

Como la flor del almendro o allende seduce por su arriesgada apuesta formal, reflejo de una voluntad capaz de saltarse protocolos ideológicos y llegar al núcleo de las grandes preguntas. Incluso desde el ateísmo más conservador, resulta difícil esquivar una lectura mesiánica: las imágenes parecen visiones, los recuerdos profecías. A la opresión extranjera y las matanzas, al exilio y a su propia enfermedad, Darwix opone una sintética revisión del Carpe diem en clave amorosa:

Quien no ame ahora,
esta mañana,
¡nunca amará!