17/11/09

The Astounding Eyes of Rita, por Anouar Brahem

Acaba de aparecer el disco The Astounding Eyes of Rita (ECM), del músico de jazz y laudista tunecino Anouar Brahem (n. 1957). Es un álbum dedicado a la memoria de Mahmud Darwix, con temas como el epónimo y “Al Birwa”, en el que se rememora la aldea galilea en que nació Darwix en 1941, arrasada por las fuerzas de ocupación judías en junio de 1948 y reemplazada por un kibutz.

Para escuchar algo, pínchese aquí. Mahmud Darwish

11/11/09

Cinco años sin Arafat, por Luz Gómez García

Hoy se cumplen cinco años de la muerte de Yasir Arafat. Las causas siguen envueltas en la bruma. Los tres últimos años los pasó Arafat en la Muqata, sitiado por las tropas israelíes. Los que convivieron con él sostienen, cada vez con más énfasis, que fue envenenado (Bassam Abu Sharif, Arafat and the dream of Palestine, Palgrave Macmillan, 2009).

Su legado no ofrece tantas dudas. El mayor triunfo de Arafat fue lingüístico. Como dijo de él el poeta Mahmud Darwix, restituyó un gentilicio al mundo: “palestino”, que se había intentado borrar en beneficio del mito sionista de la tierra vacía, según el cual la tierra “bíblica” aguardaba deshabitada a judíos nacionales de decenas de países. Pero aquello no era la tierra bíblica. Y lo que se creó en ella no fue un reino bíblico, sino un Estado étnico-confesional de ingeniería poscolonial. Tan confesional, una vez salvados los subterfugios, como muchos de sus Estados vecinos.

En vida de Arafat, los enemigos de Palestina juzgaban que la raíz del mal era Arafat. Luego, les pareció mejor su versión ridícula, Abbas. Últimamente el mal ha sido Hamás. Si un logro le ha cabido a la lucha palestina desde 1948 es que Israel no haya podido fabricarse un enemigo-pelele a su gusto. Arafat no quiso serlo. A Abbas, que ha estado más dispuesto, la presión de la calle se lo ha impedido. Israel, que hizo la vista gorda cuando se creó Hamás en 1987, se hizo ilusiones de que esta organización lo sería, pero el tiro le salió por la culata: los islamistas han llenado el espacio que ha dejado el descuartizamiento del movimiento nacional palestino, democrático y secular. Éste, congregado en la OLP, ha visto cómo embarrancaba su proyecto de paz, formulado, tras no pocas disputas internas, en términos de dos Estados soberanos: Israel y Palestina.

La legitimidad de la Autoridad Nacional Palestina se halla hoy en su punto más bajo. En los años finales de Arafat, tras la explosión de la Segunda Intifada en 2000, las encuestas daban un empate entre Fatah y Hamás, pero el 50%, la mayoría, no prefería a ninguno. Este ten con ten se esfumó a la muerte de Arafat. Fatah no supo mantener la llama. Desvanecida el aura, los palestinos optaron por una solución radical y novedosa, y votaron en masa a Hamás. Desde entonces, se ha venido consumando el mayor miedo del movimiento nacional palestino: la desunión y el enfrentamiento civil, que el liderazgo de Arafat había conjurado desde finales de los ochenta.

La invasión israelí de Gaza en diciembre pasado dejó a Abbas desnudo. Sus componendas para culpabilizar a Hamás encolerizaron a los palestinos. El colmo ha sido la reciente pasividad y dilación de la delegación de la OLP ante el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas, que ha estudiado, a partir del llamado Informe Goldstone, los crímenes cometidos en la guerra de Gaza. La presión de toda la palestinidad, tanto la del interior como la del exilio (el 7 de octubre pasado, las asociaciones palestinas de España enviaron al presidente Abbas un duro comunicado en este sentido), acabó obligando a la delegación a cantar la palinodia, y el día 16 se aprobó una resolución que llama al Consejo de Seguridad a llevar el caso ante el Tribunal de La Haya si las partes (Israel y Hamás) no aclaran las imputaciones.

Como era de suponer, Estados Unidos votó en contra, y Rusia a favor, y los países europeos divididos. Ha sido la tónica general de este lustro, que ha facilitado que Israel incumpla sistemáticamente todo acuerdo u hoja de ruta, y que siga desmembrando Palestina. Los colonos en Cisjordania han aumentado un 18% desde 2004. Los 790 kilómetros del muro segregador declarado ilegal por el Tribunal de La Haya están prácticamente concluidos. Los checkpoints y las barreras a la movilidad impiden cualquier viso de normalidad en la vida de la población, y Jerusalén se halla ya aislada por completo de su entorno palestino. La retirada israelí de Gaza en agosto de 2005 y la declaración de la Franja como “entidad hostil” en septiembre de 2007, han permitido a Israel desentenderse impunemente de sus obligaciones jurídicas internacionales como potencia ocupante y castigar colectivamente a toda la población mediante el bloqueo. Gaza ha tenido el triste honor de inaugurar un nuevo limbo jurídico internacional, que en términos cotidianos significa depauperación económica, física y moral.

La desastrosa gestión de la cuestión de Gaza por parte de Abbas le ha conducido a un callejón sin salida. Su visión del proceso de paz, que choca con el verdadero 48, el palestino, el de la Nakba, ha fracasado. Frente al toma y daca de territorios, seguridad, autogobierno y desarrollo económico que ha caracterizado las rondas de conversaciones antes y después de la muerte de Arafat, en los últimos meses ha recobrado protagonismo el derecho al retorno de los refugiados. La intelligentsia israelí ha dado la voz de alarma (en este mismo diario la daba hace pocas semanas Shlomo Ben Ami), porque la cuestión de los refugiados plantea la paz en sus exactos términos: la justicia como solución y la superioridad moral de la víctima sobre el verdugo.

El País, 11/11/09 Mahmud Darwish

7/11/09

El exilio, la casa. Reseña de “Como la flor del almendro o allende”, por Ángel L. Prieto de Paula

La obra del palestino Mahmud Darwix (1941-2008) se ha difundido en España gracias, en buena medida, a la arabista Luz Gómez García, quien en 2008, y coincidiendo con la muerte del autor, publicó su Poesía escogida (1966- 2005). Sólo un año después, la misma traductora presenta Como la flor del almendro o allende, que muchos leerán como si fuera el testamento de este poeta nacional y, sin embargo, de todos: un poeta en verdad grande que concilia lo personal y lo colectivo, la lucha política y la indagación filosófica, el respeto a su tradición (las fuentes métricas de la poesía árabe) y la apertura experimental a otros modos (la libertad versicular a partir del surrealismo). Sin la mediación de su muerte, este volumen no sería leído como un registro moral de últimas voluntades, o no más que sus anteriores libros, con los que concuerda absolutamente. Hay en él algunas recurrencias típicas de Darwix; así, el discurso sobre el exilio y la idea de una patria inscrita en el equipaje del nómada: al cabo, el exilio es la casa. También una reflexión sobre la identidad, que no es lo recibido en el nacimiento, sino el proceso de construcción de un yo en el que cabe el mundo exterior, pues el poeta pertenece “a la pregunta de la víctima”. Ni fortaleza ni foso, esa identidad es incompatible con el ensimismamiento, lo que estructuralmente se corresponde con una disposición dramática o dialogada de algunos poemas. En los momentos de mayor intensidad, las cavilaciones acerca de la historia acaban convertidas en una interrogación por la capacidad de la palabra, tan precaria y volátil, para decir la cosa (“Para describir la flor del almendro”). Todo el libro es expresión de un sentimiento que circula del interior a lo ajeno antes de volver al origen, a veces en forma de letanía o de salmodia: “Tú que te duermes contando estrellas, piensa en los otros / (hay quien no halla dónde dormir) // Tú que te liberas con las metáforas, piensa en los otros / (los que han perdido su derecho a la palabra) // Tú que piensas en los otros lejanos, piensa en ti”.

El País, 7/11/09 Mahmud Darwish

1/11/09

Escasas son las canciones

Escasas son las canciones /

Las canciones, de ellas nos interesaba escuchar furtivamente las disculpas que pide la muerte por algunos muertos, y observar a hurtadillas el buen vivir de la prosa /

La prosa es vecina del verso y excursión del poeta /

El poeta es quien vive perplejo entre la prosa y el verso /

El verso es lo efímero que oculta su finitud, una digresión entre verbo, sujeto y objeto, como cuando dices: Dejó la mujer, ocultando sus lágrimas, a su pareja. En el sintagma que media entre «la mujer» y «a su pareja» hay tiempo para que se disuelva la sal de la ira, y titilen las estrellas /

Mahmud Darwix: En presencia de la ausencia (Fi hadrat al-giyab, Beirut, Riad El-Rayyes, 2006)

Traducción de Luz Gómez García Mahmud Darwish