4/6/09

Pasaporte, por Khalife/Darwix

La poesía más antigua de Darwix también tiene sus amantes, un tanto nostálgicos por lo general, o muy militantes y menos aficionados a la poesía. A él no le gustaba mucho, sólo poemas contados. Yo, en general, concuerdo, concordaba, con él. Cuando seleccioné su obra para hacer el tomo Poesía escogida (1966-2005), le di la lista de poemas elegidos y le dije: “Quita y pon lo que quieras”. No añadió ningún poema, pero quiso quitar “Rita y el fusil”. Yo le dije que era un poema poco conocido en España, que a un oído español no le resultaba tan empalagoso como a uno árabe, saturado de haberlo escuchado en la adaptación musical de Marcel Khalife, y que sin “Rita” no había antología, pues yo descubrí su poesía por ese poema. Accedió, levantando ligeramente las manos. A última hora, le expresé mis dudas acerca de “Shirján toma un café en la cantina”, célebre poema, inicialmente incluido. Lo descartó encantado. Su poesía antigua le pesaba.

El poema que sigue, “Pasaporte”, se halla en esa tesitura. Yo lo tenía traducido, pero nunca pensé en incluirlo en la antología. Es de 1970, año en que Darwix marchó definitivamente al exilio. Marcel Khalife lo musicó en su disco Promises of the Storm (1976).



PASAPORTE

No me han reconocido
en las sombras que difuminan
mi color en el pasaporte.
Mi desgarrón estaba expuesto
al turista amante de postales.
No me han reconocido…
Ah, no prives de sol
a la palma de mi mano,
pues el árbol me conoce…
Me conocen las canciones de la lluvia,
no dejes que empalidezca
como la luna.

Todos los pájaros que ha perseguido
la palma de mi mano
a la entrada del lejano aeropuerto,
todos los campos de trigo
todas las cárceles
todas las tumbas blancas
todas las fronteras
todos los pañuelos agitados
todos los ojos
estaban conmigo,
pero ellos los borraron
de mi pasaporte.

¿Despojado de nombre, de pertenencia,
en una tierra que ha crecido
con mis propias manos?
Hoy Job ha llenado el cielo con su grito:
¡No me volváis a tomar por ejemplo!

Señores, señores profetas,
no preguntéis su nombre a los árboles,
no preguntéis por su madre a los valles:
en mi frente despunta la espada de la luz,
y de mi mano brota el agua del río.
Todos los corazones del hombre…
son mi nacionalidad:
¡retiradme
el pasaporte!

Traducción de Luz Gómez García

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