4/2/10

Menahem Begin desvaría ante las ruinas de Deir Yasín

En una terraza del psiquiátrico que mira a las ruinas de Deir Yasín,* se sienta el nuevo rey de Israel y desvaría: Aquí, aquí comenzó mi milagro. Aquí los asesiné y los vi asesinados. Muertos y bien muertos los vi y los oí. Aquí escuché un lamento de bestias humanas que no turbaba la armonía de mi música. Desde aquí empujé sus alaridos hacia el Norte para que espantasen al resto del rebaño que enturbiaba el agua de la tierra sagrada. Desde aquí propagué el horror entre los animales de dos patas que quedaban... para que marcharan al éxodo del desierto. No, no, desierto no es la palabra apropiada para su destino. El desierto es cosa sólo mía. El desierto lleva por el buen camino. El desierto conduce al retorno. El desierto es monopolio mío, como mío es Dios. El rey se toma unos tranquilizantes y rememora: Si no hubiera sido por mi heroísmo, si no hubiera sido por lo que hice con Deir Yasín, no se habrían erigido mis dominios. Si no fuera por la ausencia, la ausencia de ellos, yo no habría estado presente. Que ellos no estén es que esté yo. Pero por dónde han venido y me han sorprendido, a mí que no les quise por vecinos ni por esclavos, por leñadores ni azacanes. El rey aprieta con rabia el vaso de agua y lo rompe, de su mano corre un hilo de sangre y prosigue su desvarío: No he visto la sangre del fantasma que mi Ejército persiguió en el Líbano ¿y veo mi sangre? Aquí los asesiné y los vi bien muertos. ¿Cómo burlaron a la muerte y desobedecieron mis órdenes... a mí, que soy quien insufla la vida y la muerte...? Yo soy el rey, el nuevo rey de Israel. ¿Cómo se han mudado los muertos en fantasmas? ¿Cómo ha osado atacarme el fantasma? ¿Es un sueño o una pesadilla? En esta terraza de este mundo, ¿hay algo que se asome a otro final? Deir Yasín por segunda vez... ¡alejadlo de mí, alejad de mí los gritos de estos fantasmas, o alejadme a mí de ellos! No puedo ni quiero pedirles perdón. ¡Hiram! ¡Hiram, rey de Tiro, ven en mi auxilio!** Mi pueblo se ha enojado conmigo, dice que mi guerra no tuvo sentido, que el asesinato del fantasma fue en vano, que mi paz no sirvió de nada. Ayúdame, Hiram, aunque sea con una falsa alianza que narcotice mi mente, mi corazón y a mi pueblo, y que me cure de mis penas. ¿No me conoces...? ¿No me oyes, hijo de perra? Nadie presta atención al rey en su casa retirado que se asoma al escenario de su crimen primero. Y cuando sale apoyándose en un bastón a visitar la tumba de su esposa, no habla con nadie. El fantasma es su único compañero. Su enemigo que no le abandona, el enemigo que a él vuelve en la enfermedad, que le lleva a donde se encontraron por vez primera: Aquí me asesinaste, y me enterraste en este hoyo. No lo resiste y se desploma: ¡el asesino cae en la tumba de su víctima!


*Aldea palestina cercana a Jerusalén, gran parte de cuya población fue masacrada el 9 de abril de 1948 por grupos paramilitares de las organizaciones sionistas Irgún y Lehi. La aldea, “limpia” de población palestina, fue anexionada a Jerusalén Oeste y sobre ella se construyó el Hospital Psiquiátrico Kafr Shaul. La masacre de Deir Yasín quiso ser una advertencia para la población palestina, que en los meses siguientes se vio forzada a huir de sus hogares ante la amenaza de nuevas matanzas. Menahem Begin capitaneó esta operación, y luego fue primer ministro de Israel de 1977 a 1983, por lo que gestionó la invasión israelí del Líbano en 1982; los últimos años de su vida los pasó aquejado de problemas psiquiátricos que coincidieron con el fallecimiento de su esposa. A todo ello se alude en el pasaje siguiente.

** Hiram: rey fenicio de Tiro (979-945 a. C.). Fue amigo del rey David, al que ayudó en la construcción de su palacio; firmó con Salomón una alianza comercial y le ayudó con materiales y hombres en la construcción del templo en Jerusalén.


Mahmud Darwix: En presencia de la ausencia (Fi hadrat al-giyab, Beirut, Riad El-Rayyes, 2006)

Traducción de Luz Gómez García

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