1/12/10

Un río que muere de sed

Érase un río
con dos orillas
y una madre celestial que de sus nubes,
gota a gota, le daba de mamar,
era un río pequeño que corría despacio,
que bajaba de lo alto de los montes
y visitaba los pueblos y los campamentos
como un huésped amable
que lleva al valle adelfas y palmeras
y sonríe al que vela en sus orillas:
«Bebed leche de las nubes,
abrevad los caballos,
y echad a volar a Jerusalén y a Damasco»,
cantaba heroico a veces,
apasionado a veces...
Era un río con dos orillas
y una madre celestial que de sus nubes,
gota a gota, le daba de mamar.
Pero raptaron a su madre
y él sufrió un síncope hídrico:
murió de sed despacio.

Mahmud Darwix: La huella de la mariposa (Ázar al-faracha, Beirut, Riad El-Rayyes, 2008)

Traducción de Luz Gómez García

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