Una sola palabra, una única palabra, que brilla como un diamante o una luciérnaga en la noche de las especies, es lo que hace de la prosa poesía.
Una palabra corriente dicha atolondradamente en una esquina o en el mercado, es la que hace posible el poema.
Una frase desangelada, sin metro ni ritmo, puede, si un buen poeta le busca acomodo, ayudarle a fijar el ritmo, y le alumbra el camino del significado en la noche cerrada de las palabras.
Mahmud Darwix: La huella de la mariposa (Ázar al-faracha, Beirut, Riad El-Rayyes, 2008)
Traducción de Luz Gómez García
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