13/11/08

En un café, con el periódico

En un café, sentado con el periódico.
No, no estás solo. Tienes media copa vacía
y el sol llena la otra media...
Tras los cristales ves sin ser visto
a los que pasan presurosos (es uno de los atributos de lo invisible:
ver sin ser visto).
¡Eres libre, te han dado plantón en el café!
Nadie nota el efecto de la viola en ti,
nadie se percata de tu presencia o tu ausencia
o escruta en tu neblina cuando miras
a una muchacha y te deshaces...
¡Eres libre de poner orden en tu vida
en mitad del gentío, sin rendir cuentas a ti mismo
o al lector!
Dispón de ti como te plazca, quítate
la camisa o los zapatos si te apetece, te
han dado plantón, eres libre de fantasear, ni a tu nombre
ni a tu cara les cabe aquí cometido alguno. Sé
tú mismo... Ni amigos ni enemigos
controlan aquí tus recuerdos /
Busca una excusa para aquella que te ha dado plantón en el café,
acaso no te diste cuenta de su nuevo corte de pelo
o de las mariposas que bailaban en los hoyuelos de sus mejillas.
Y busca otra para aquellos que un día pidieron que
te mataran, por nada... sólo porque el día
en que te topaste con una estrella no moriste... y con su tinta
escribiste la primera canción...

En un café, sentado con el periódico,
olvidado en un rincón, nadie estropea
tu buen humor,
nadie piensa en matarte.
¡Estás solo, eres libre de fantasear!

De Como la flor del almendro o allende (Ka-zahr al-lauz au abd, Beirut, Riad El-Rayyes, 2005)

Traducción de Luz Gómez García

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