28/7/09

La nostalgia es una cicatriz en el corazón...

La nostalgia es una cicatriz en el corazón, la marca de un país en el cuerpo. Pero nadie siente nostalgia de sus heridas, nadie siente nostalgia del dolor o las pesadillas, sino de un antes, de una época en la que la única pena eran los placeres primeros que se disolvían en el tiempo como un azucarillo en una taza de té, una época de imagen paradisíaca. La nostalgia es la flauta que llama a la flauta para restaurar la ruta devastada por los cascos de los caballos en una campaña militar. Es una enfermedad crónica que ni es infecciosa ni mata, aunque adopte visos de epidemia. Es una invitación a bromear con uno mismo, el recurso del que no puede ser igual que los pasajeros de un tren que saben muy bien cuáles son sus señas. Es un conjunto de materiales fabricados con la transparencia de una hermosa nada para los sueños del extranjero, al que le tuesta el café con que se despierta.

Raramente llega por la mañana. Raramente se entromete en una charla banal con un taxista. Raramente se cuela en la sala de conferencias o en la primera cita de una pareja… Es un visitante vespertino, cuando buscas huellas de ti en lo que te rodea y no las encuentras, cuando se asoma por el balcón un gorrión y te crees que es un mensaje de un país que no amabas cuando estabas en él, como lo amas ahora que él está en ti. Era un regalo, un árbol, una piedra, y se ha convertido en la seña del alma y de la idea, y en una brasa en la lengua. Era aire, tierra y agua, y se ha hecho poema.

Mahmud Darwix: En presencia de la ausencia (Fi hadrat al-giyab, Beirut, Riad El-Rayyes, 2006)

Traducción de Luz Gómez García

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