26/6/11

Wole Soyinka: Mahmud Darwix en Ramala

Se hizo el silencio. Mahmud Darwix empezó a leer. No sabíamos ni una palabra de árabe, pero oímos su voz alzarse y sumergirse para tañer las cuerdas del alma palestina. Fue una noche mágica en Ramala. Y el mago, Mahmud Darwix, lanzó su conjuro como se ha hecho durante siglos, siendo, sencillamente, ese elusivo arquetipo, tan envidiado y temido por el poder: un poeta a gusto entre su pueblo porque ambos están en sintonía.

Traducción de Fruela Fernández

20/5/11

La víctima troyana

La lotofagia no te ha trastornado con el dulce sabor del olvido. Ellos salieron indemnes de su mitología, mientras que tú y los tuyos, sin mayores pertrechos, os adentrabais en el desierto. Conoces muy bien lo que has dejado atrás: un pasado del que no queda registro en las epopeyas, a unos nuevos troyanos de los que sólo se cuenta lo que dicen sus enemigos. Pero ellos no raptaron a Helena ni causaron la guerra. Eran buena gente que vivía en paz, sin más pecado que el de haber nacido en unas laderas que, al parecer, eran peldaños hacia Dios. Eran valientes que carecían de espadas, generosos sin ostentación, que se vinieron abajo ante los tanques y se desperdigaron en todas direcciones, sin perder la fe en que la herida de la historia se cura.

Y tú ¿quién eres en esta historia? ¿Un poeta troyano que se salvó de la matanza para contar lo ocurrido? ¿O una mezcla de troyano y griego que se extravió en el camino de vuelta? La fascinación por la mitología decanta tu elección de las metáforas... Coge aquello que sirva para que la epopeya tenga otro final, en el que quepa la voz perdida de la víctima troyana. Coge aquello que sirva para que la victoria de los griegos no fuerce a los jóvenes a embarcarse en batallas en las que envejezcan con la dualidad casa/camino.

Mahmud Darwix: En presencia de la ausencia (Fi hadrat al-giyab, Beirut, Riad El-Rayyes, 2006)

Traducción de Luz Gómez García

10/5/11

Con su ausencia formé su imagen

Con su ausencia formé su imagen: en lo terrenal nace
lo celestial oculto. Aquí estoy, midiendo
con las muallaqas de los yahilíes la distancia... y la ausencia es
la medida, la medida. Para cada rima he levantado
una jaima. Para cada cosa expuesta al viento
una rima. La ausencia me enseña su lección: «De no haber sido
por el espejismo, no habrías resistido...» En el vacío,
extraje una letra de antiguos alfabetos
y me apoyé en la ausencia. ¿Quién soy después
de la visita? ¿Un pájaro o un transeúnte entre símbolos
y vendedores de recuerdos? Como un resto arqueológico,
como un espectro infiltrado de Jebús, me dije:
Vayamos a las siete colinas. Dejé
mi máscara sobre una piedra y eché a andar como caminan
los soñadores, guiado por mi sueño. Salté de una luna
a otra. Aquí hay inconsciente de sobra
para que los objetos se liberen de su historia. Hay
historia de sobra para que el inconsciente se libere
de su mirach. «Llévame a nuestros años
primeros» —me dijo mi primera novia—. «Deja
la ventana abierta para que el gorrión entre
en tu sueño...» Me despierto y no hay ciudad
en la ciudad. No hay «aquí» sino «allí». No hay
allí salvo aquí. De no haber sido por el espejismo
no habría ido a las siete colinas...
¡De no haber sido por el espejismo!

Mahmud Darwix: No te excuses (La ta'tadiru 'an ma fa'alta), Beirut, Riad El-Rayyes, 2004

Traducción de Luz Gómez García

Leído en Como dijo el poeta por Wole Soyinka.
Y en memoria de la Nakba, que se conmemora el próximo domingo, 15 de mayo. Año 63 de la Desposesión.

17/4/11

Siete claves para el despertar árabe, por Luz Gómez García

¿Despertar? Al final ha resultado que los árabes no estaban tan dormidos. ¡Claro que no! Hasta el islamismo de las últimas décadas ha sido una manifestación de que los árabes estaban inmersos en una angustiosa búsqueda de superación de las tiranías poscoloniales. Como ya dejó escrito Samir Kassir (De la desgracia de ser árabe), ensayista libanés asesinado por sicarios en 2005, la crisis árabe no era endémica, la depresión era perfectamente superable, pues los árabes habían participado de los episodios mayores de la modernidad y su desgracia se debía más a la geografía que a la historia.

¿Dormidos? Los árabes comenzaron el siglo XXI con una segunda Intifada en Palestina y una movilización masiva contra la invasión de Irak y la aquiescencia de sus regímenes; protagonizaron luchas de carácter socioeconómico (alzamientos bereberes en Argelia, huelgas del textil en Egipto, revueltas mineras en Túnez); negaron toda legitimidad a las soluciones yihadistas (Occidente contribuyó: no había mejor revulsivo que el binladismo con que se quiso empaquetar a todo musulmán); y se reinventaron la participación ciudadana a base de espacios públicos no patrimonialistas, con asociaciones cívicas y ONG a la cabeza.

1. Zapatos contra dictadores. Una de las imágenes más repetidas de las revueltas árabes ha sido la de la muchedumbre increpando zapato en mano al tirano. Al lego en los usos árabes le parecerá una pintoresca manera de protestar. Pero nada hay tan vejatorio para el inconsciente colectivo árabe como la suela del zapato, que simplemente mostrada a otra persona equivale al insulto más grave. La suela del zapato es lo contaminado, lo inhumano. Mostrársela al gobernante es el acto mismo de pisotearle. Levantarlo en la mano es alzar una antorcha de libertad. Recordemos el zapato que voló hacia Bush. El zapato es la calle, que ha despertado en Túnez y Tahrir no solo para los árabes sino para el mundo entero. Estos últimos meses han hecho justas las palabras que Blanchot escribió en 1968: "La calle es el lugar donde toda libertad es posible".

2. La revolución siempre es joven. Sí, pero ¿por qué ahora? Hace dos décadas que el porcentaje de población árabe menor de 25 años supera el 50%. La novedad es su nivel de educación y su integración en la sociedad de la información. La novedad es que son jóvenes que se saben jóvenes y quieren serlo: emanciparse, viajar, consumir. La alquimia de los números ayuda a comprender por qué ahora: en 2002, el uso de Internet por los árabes apenas rozaba el 0,5% del total mundial (constituyendo los árabes el 5% de la población), pero en 2009 el Arab Knowledge Report de Naciones Unidas constataba una fuerte subida hasta el 4,5%. Excluidos de los medios de participación y de producción tradicionales, que no han sabido encauzar su frustración, los jóvenes, provistos de ordenador y móvil, han hallado el medio y formulado el mensaje.

3. Árabes en red. Una red es una forma, un síntoma, no una causa: es horizontal, multidireccional, no tiene centro. Las revueltas árabes se han servido de las redes (de las del mundo virtual, sí, pero también de otras más tradicionales, operativas en las sociedades árabes: la familia, el gremio, el vecindario) como un modo de comunicación que a su vez vehicula un modo de organización. Pero una vez logrado el vuelco, lo que está en juego es el futuro de las formas en red como mensaje mismo, algo que no debería pasarse por alto. Las redes propician una participación distinta de la dinámica electoral ordinaria, una libertad de expresión que supera los medios de comunicación unidireccionales y una responsabilidad individual que no se siente representada por la división de poderes. El experimento está en marcha, pero no es privativo del mundo árabe. Al contrario: entronca con las demandas de recomposición del paradigma democrático que desde Seattle y Génova han marcado lo que llevamos de siglo.

4. La tele de las masas, las masas en la tele. Quizá de todos los factores implicados en la preparación del cambio árabe, la cadena catarí de televisión Al Yazira ha sido el más decisivo y uno de los menos recordados ahora. Durante años, Al Yazira ha estado dando cuerpo a dos realidades: la de que los árabes tienen voz y su voz es su dignidad, y la idea de pueblo árabe sufriente que se rebela. No ha de olvidarse que para Al Yazira el eje motor del mundo árabe es la causa palestina, a la que luego vino a sumarse Irak. El que no haya visto asiduamente esta cadena ignora hasta qué punto el árabe de a pie tiene la palabra en ella y su palabra y la de los corresponsales son la esencia misma de la cadena. La gente de Tahrir, por mucho que use Internet, no se informa mediante The New York Times o Le Monde, sino por medio de Al Yazira (no Al Jazeera, que se emite en inglés para la diáspora, y que tiene una línea editorial ligeramente diferente).

5. Se llama Palestina y les importa a los árabes. Los israelíes lo saben bien. Y saben del hondón insalvable que lo palestino abre entre el pueblo (al-chaab, la palabra más repetida en todos los eslóganes de las revueltas, el mantra que puede cambiar el mundo árabe) y los dirigentes árabes, sumisos en uno u otro grado a los intereses de Israel. También el régimen iraní sabe de ello, y trata de jugar sus bazas para que el curso de los acontecimientos no le arrincone como protagonista del conflicto árabe-israelí. Ni a Israel ni a Irán les interesa el cambio árabe. Cuando algo puede cambiar en Palestina, llega un cohete Katiusha y todo vuelve a su sitio: los palestinos, a su futuro imposible; Irán e Israel, a su presente eterno; los árabes, a su pasado irredento. Mientras los árabes no sean dueños de su destino, Palestina no lo será del suyo, y viceversa. Es una ecuación demasiadas veces demostrada.

6. El peligro de la inteligencia militar. La sombra de la inteligencia militar (estadounidense o local) planea sobre el futuro árabe. Las transiciones tuteladas por el Ejército corren varios riesgos. El primero, el de los compañeros de viaje: el recurso interesado al islam político como combinación ideal de estabilidad y cambio. Al fin y al cabo, las formaciones islamistas son las mejor organizadas y, en muchos casos, la única oposición operativa. El segundo, el del populismo: las fuerzas armadas como garantes de la voluntad popular propenden a creerse la voz del pueblo. El tercero, claro, el de la perpetuación: generaciones de "oficiales libres" se han sucedido en el poder tras golpes que cambiaron lampedusianamente todo un país (Egipto, Irak, Yemen, Libia, Siria) para que nada cambiara.

7. Al rescate del Mediterráneo. Los levantamientos en curso han zarandeado dos siglos de historia árabe a remolque de Europa. Es más, le han recordado a Europa el potencial de las ciudadanías cuando ejercen su fuerza desde la base. La demanda de pluralismo y libertad de las clases medias árabes sintoniza con la reivindicación de una equidad socioeconómica y una ética distributiva por parte de las clases más desfavorecidas. Esta convergencia, aún incipiente, fluctuante y en peligro, debería despertar a las sociedades de todo el Mediterráneo, embarcadas en un neoliberalismo depauperante y un creciente déficit democrático. Es una oportunidad para repensar de un modo diferente un futuro común.

Pero el despertar aún es tibio, es un frágil comienzo. En cualquier caso, obliga a un cambio de paradigma tanto a los árabes como al llamado Occidente. Los árabes habrán de aparcar el paradigma del orientalismo defensivo ("Vosotros me menoscabáis") y cambiarlo por una actitud protagonista y positiva. Y Occidente habrá de olvidarse del orientalismo ofensivo, el prístino ("Vosotros sois inferiores"), y de supeditar el mundo árabe a sus intereses económicos y securitarios.

10/4/11

El exilio no es un viaje de ida y vuelta

El exilio no es un viaje de ida y vuelta, ni residir en la nostalgia. Quizá sea una visita, esperar a ver qué hace el tiempo con uno, salir de uno mismo hacia los demás para conocerse y congeniar o para que lo propio se encierre en su caparazón. Cada exilio tiene su carácter, cada exiliado sus características. El exilio es un ejercicio de reflexión sobre lo que no tienes, estupor por no tenerlo. El exilio educa el cuerpo, te fascina la belleza de la forma, aunque el significado sea parcial, pues plenitud es la conciencia de que falta algo. Estatuas que glorifican el pasado, estatuas que aspiran a dar el salto del sentimiento de identidad a la identidad del sentimiento, estatuas que liberan al mañana de tener que ser bello y a la naturaleza del férreo sistema de la imaginación. Nada supera a la belleza. Pero tú, que en el fondo eres un campesino, estás de parte de los árboles que se reflejan en el río, de las palomas aeroterrestres, y te demoras largo rato junto a un lirio que crece, solitario, fuera de la maceta... no porque sea, como tú, una especie rara, sino porque se apoya en sí mismo para crecer desvalido. El exilio es el viaje del poeta en el poema, un viaje dentro del viaje, pero el lenguaje metafórico siempre vuelve la vista atrás.

Y mirar hacia atrás, como es sabido, es uno de los atributos del exilio /

Mahmud Darwix: En presencia de la ausencia (Fi hadrat al-giyab, Beirut, Riad El-Rayyes, 2006)

Traducción de Luz Gómez García

30/3/11

Elias Khoury lee el poema de Mahmud Darwix “Sobre esta tierra”

Hoy, 30 de marzo, se celebra el Día de la Tierra Palestina. Sirva de homenaje este vídeo en el que el novelista libanés Elias Khoury lee “Sobre esta tierra”, uno de los poemas más emblemáticos de Darwix. Lo hizo en el programa “L’hora del lector”, de Canal 33, dirigido y presentado por Emili Manzano.

SOBRE ESTA TIERRA

Sobre esta tierra hay por qué vivir: los titubeos de abril, el olor del pan al amanecer, el amuleto que una mujer le da a un hombre, las obras de Esquilo, los comienzos del amor, la hierba sobre una piedra, madres en vilo por el hilo de una flauta, y el miedo de los invasores a los recuerdos.

Sobre esta tierra hay por qué vivir: los últimos días de septiembre, una mujer que sale de los cuarenta como melocotón maduro, la hora del sol en la cárcel, nubes que semejan un tropel de criaturas, los vítores de un pueblo a quienes encaran risueños la muerte, y el miedo de los tiranos a las canciones.

Sobre esta tierra hay por qué vivir: sobre esta tierra señora de la tierra, madre de los inicios y madre de los finales. Se llamaba Palestina. Se sigue llamando Palestina. Mi señora: yo tengo, porque tú eres mi señora, tengo por qué vivir.

Mahmud Darwix: Poesía escogida (1966-2005), Edición y traducción de Luz Gómez García, Valencia, Pre-Textos, 2008

20/3/11

La imposibilidad, por Gunnar Ekelöf

¿Qué te habías creído? ¿Que valías? ¡Ja!
¿Y qué vida me espera?
Ninguna.
¿Y qué existencia?
Ninguna existencia.
¡No entiendo!
Déjate de preguntas. Todos hemos de morir.
¡Menuda ayuda!
Poca cosa, ¿verdad?
¿Y qué, lo mando todo a paseo?
Viene a ser.
¿De veras?
Tranquilo, es una forma de hablar.
Ya, pero es duro.
Sí, es duro.

Versión de Jorge Gimeno a partir de Francisco J. Úriz y de Octavio Paz

11/3/11

Lo que queda de vida

Si me dijeran: Esta tarde será tu última tarde,
¿qué vas a hacer el tiempo que te queda?
―Miraré el reloj,
me beberé un zumo,
morderé una manzana
y me eternizaré mirando a una hormiga
que ha encontrado sustento...
Miraré de nuevo el reloj:
Me da tiempo a afeitarme
y a meterme en la bañera / Murmuraré:
«Para escribir, hay que estar presentable,
algo azul, por ejemplo...»
Me sentaré hasta mediodía, aún vivo:
las palabras carecen de color,
blanco, blanco, blanco...

Me haré la comida por última vez,
llenaré dos copas de vino,
no sea que venga alguien.
Echaré un sueño entre dos sueños
y me despertarán mis ronquidos...
Miraré de nuevo el reloj:
Me da tiempo a leer algo.
Leeré un poco de Dante y la mitad de una vieja casida,
y veré cómo la vida se va
con los demás, y no me preguntaré quién
va a llenar su vacío.
―¿Eso es?
―Eso es.
―¿Y luego?
―Me peinaré,
tiraré el poema, este poema,
a la papelera,
me pondré la camisa italiana más nueva
y me despediré de mí mismo
con violines de España.
Luego,
me iré andando
al cementerio.

Mahmud Darwix: La huella de la mariposa (Ázar al-faracha, Beirut, Riad El-Rayyes, 2008)

Traducción de Luz Gómez García

20/2/11

The Hanuman Sextet: The Notebooks of Mahmoud Darwish




De los notebooks de Mahmud Darwix, La huella de la mariposa. Diario (verano 2006-verano 2007), hemos venido dando aquí numerosos fragmentos; el libro verá la aparición próximamente en la editorial Pre-Textos.

10/2/11

Un águila que vuela bajo

En el poema el viajero le dijo
al viajero en el poema:
—¿Cuánto camino te queda?
—Todo.
—Pues ve, ve
como si hubieras llegado... y no hubieras llegado.
—De no ser por los puntos cardinales,
mi corazón habría sido una abubilla.
—De haber sido una abubilla, yo lo habría seguido.
—¿Quién eres? ¿Cómo te llamas?
—En mi viaje no tengo nombre.
—¿Volveremos a vernos?
—Sí. En la cima de dos montes, entre un
alto eco y un abismo... nos veremos.
—¿Y cómo franquearemos el abismo
si no somos pájaros?
—Probaremos cantando:
A quien nos ve, no le vemos.
Y a quien vemos, no nos ve.
—¿Y luego?
—Luego ya no cantaremos.
—¿Y luego?
—Luego yo te preguntaré y tú me preguntarás:
¿Cuánto camino te queda?
—Todo.
—¿Y eso le basta al viajero para llegar?
—No. Pero veo que sobre nosotros
vuela bajo... ¡un águila legendaria!

Mahmud Darwix: La huella de la mariposa (Ázar al-faracha, Beirut, Riad El-Rayyes, 2008)

Traducción de Luz Gómez García

1/2/11

Las ciudades son un olor

Las ciudades son un olor. Acre huele a yodo y especias. Haifa, a pino y sábanas arrugadas. Moscú, a vodka y hielo. El Cairo, a mango y jengibre. Beirut, a sol, mar, cigarrillos y limón. París, a pan recién hecho, queso y cosméticos. Damasco, a jazmín y frutos secos. Túnez, a nardos y sal. Rabat, a alheña, incienso y miel. Una ciudad sin olor no cuenta a la hora de los recuerdos. Los exilios comparten un olor, el de la nostalgia de lo que se fue... un olor que recuerda a otro. Un olor que corta la respiración, tan profundo que te lleva, como un mapa turístico muy gastado, al olor del lugar primero. El olor es un recuerdo y una puesta de sol. Aquí el atardecer es un reproche que la belleza le hace al forastero.

Amar el ocaso no es, como es sabido, uno de los atributos del exilio /

Mahmud Darwix:
En presencia de la ausencia (Fi hadrat al-giyab, Beirut, Riad El-Rayyes, 2006)

Traducción de Luz Gómez García

11/1/11

Viajar, irse, partir, marcharse...

Volver... ¿adónde? Te preguntas mientras cuelgas cuadros en las paredes de tu nueva dirección. Ir... ¿adónde? Lo que tienes por delante es provisional. Lo que queda detrás, transido de provisionalidad, está disperso. La eternidad que sube con la luz desde el jardín estalla en una carcajada. Le tomas el pelo diciéndole: También tú eres una exiliada. Y te preguntas: ¿Cuántas puntas has clavado en las paredes de cuántas casas? ¿Cuántos cuadros has colgado, cuántas camas has abandonado para que duerman otros, cuántos borradores y primeros versos has olvidado en cuántos cajones, cuántas fotos de mujeres has perdido entre las páginas de libros que no has leído? ¿Cuántas veces te has preguntado: Cuántas veces me he ido de viaje, he partido, me he marchado? Y todo sin haber tenido nunca clara la diferencia entre viajar, irse, partir o marcharse, a tal punto es poderosa la quimera de los sinónimos y es propensa la metáfora a transformarse de «mi patria no es una maleta» en «mi patria es una maleta».

Mahmud Darwix:
En presencia de la ausencia (Fi hadrat al-giyab, Beirut, Riad El-Rayyes, 2006)

Traducción de Luz Gómez García

1/1/11

Una nube de colores

Este poema de La huella de la mariposa apareció recientemente en la revista Letras libres, en el nº 143 de la edición mexicana (noviembre 2010) y en el nº 111 de la edición española (diciembre 2010).